De acuerdo con que se ha vivido la “etapa dorada del crédito”, donde se ha accedido al mismo de forma fácil y barata en base a un contexto de tipos de interés históricamente bajos que a su vez propiciaron la apreciación del ladrillo como una inversión alternativa para aquellos inversores recelosos de la renta variable.
No obstante, no creo que se esté formando la denominada “tormenta perfecta de la economía” por el efecto conjunto de las tensiones alcistas en el precio de los commodities, el cambio de ciclo del sector de la construcción, y las turbulencias financieras. En éste último aspecto no estoy de acuerdo.
Las turbulencias financieras surgen de una crisis de confianza que ha seguido a una de liquidez y previamente al fenómeno “subprime”. La globalización e informatización de los mercados financieros, ajenos a una normativa reguladora, ha ocasionado que instrumentos financieros como los CDS permitan colocar emisiones de deuda privada de muy dudosa calidad crediticia, respaldadas por la garantía institucional y aparentemente solvente de los bancos de inversión, en los mercados financieros mayoristas. La consecuencia es que las entidades privadas que, en un lugar del mundo, no han podido acudir a sus compromisos de pago por falta de cash primero y luego solvencia, causen quebraderos de cabeza entre los ahorradores y pequeños inversores de todo el mundo. Todo ello con el añadido temor y desconfianza acerca de los balances de todo el sistema financiero internacional y por lo tanto, con las tensiones alcistas del euribor, referenciado al tipo interbancario.
Pero este problema surge de una falta de regulación de entes como los bancos de inversión, los hedge funds…no por un problema propio de la economía real como los dos anteriores. El problema es que, hasta que no desaparezca la crisis de confianza, se encrudecerán los dos anteriores, debido al problema del acceso al crédito.
En resumidas cuentas, una prototípica familia actual se encuentra ante la siguiente situación: está (sobre)endeudada, con unos ahorros posiblemente retribuyendo una rentabilidad real negativa, contemplando con temor como sube el euribor, y, además, viendo que cada vez más, su ya de por sí dañado poder adquisitivo también cae por la inflación. En el mejor de los casos podrán sufragar las costas de un concurso de acreedores que no está pensado para ellos, si es que son asesorados a tiempo.
Por ello, estanflación, recesión, cambio de ciclo; es posible, pero sobretodo en las familias.
Carlos Ara
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